El envase, metalizado en color plata y verde, el logo bien visible y también en primera fila tres frases: sin azúcar, sin edulcorantes y sin calorías. Advierten que se tome bien frío.
Abro la botella y la cosa comienza bien: huele a té verde, a té verde de verdad. Me pongo un poco en mi jarra con hielos, el color es de té verde y el sabor... a té verde puro como el de infusiones que a veces me preparo y luego dejo enfriar. Nada que ver con esas pomposas bebidas que se autodenominan de té verde y que no dejan de ser agua, colorantes y añadidos varios con un mínimo porcentaje de té.
A mi me ha gustado mucho, es un contraste muy fuerte con las energéticas que suelo tomar y que, sin embargo, me da los mismos resultados pero con más beneficios. Es un buen chute de energía en forma de teína y cero calorías que, sin duda, se desmarca de lo que hay en el mercado.
Seguro que repetiré.